Es la habilidad para capacitar a otras personas en el desarrollo de sus propias competencias personales y profesionales.

Incluye planificar el proceso de aprendizaje (protocolos y materiales) y transmitir ideas de forma comprensible, movilizando emocionalmente a los usuarios para que pasen a la acción.  

• ¿Planificas tu formación adecuadamente?

• ¿Creas relaciones de aprendizaje con los usuarios?; ¿Logras que los alumnos aprendan desde su propia experiencia?; ¿Les movilizas para la acción?

• ¿Evalúas tus procesos formativos?

• Planificas la formación. Tienes en cuenta las características de los usuarios (edad, nivel cultural…) y sus necesidades. Preparas la documentación (teoría, ejercicios, diapositivas, vídeos…), estructuras la sesión, haces un guion y ensayas.

• Creas relaciones humanas. Escudriñas el corazón de las personas, movilizas la conciencia para que sean capaces de observar sus propias reacciones, empatizas, confrontas con la realidad de los hechos, creas disonancias cognitivas, provocas situaciones que invitan a la reflexión.

• Explicas con claridad. Te haces comprender con sencillez. Utilizas ejemplos, metáforas, frases lapidarias, analogías y, en general, recursos dramáticos. Eres ameno, hablas con claridad y ritmo. Utilizas diapositivas objetos y videos para apoyar tus explicaciones. Manejas el lenguaje no verbal con soltura.

• Realizas ejercicios. Propones prácticas individuales y dinámicas de grupo para que los demás puedan aprender de su propia experiencia. Consigues compromisos de acción.

• Evalúas la formación. Compruebas el resultado de tu actividad formativa durante su realización y al final de la misma.

1. Aumentas la confianza y la cooperación. Fortaleces el liderazgo.

2. Elevas la responsabilidad y la autoconciencia.

3. Favoreces la adquisición de otras competencias profesionales.